Hoy es domingo, uno de junio de 2014, pero no es un día cualquiera, el cielo ha amanecido cubierto, amenazante de lluvia, ¡bendita lluvia, bendito día!. A las diez de la mañana por fin las nubes se han dignado a dejar caer el agua sobre la tierra sedienta.
Querida lluvia;
Desde hace muchos meses te esperábamos, pero te resistías a visitarnos. El sol se ha adueñado de nuestras vidas cotidianas, nos da mucha luz pero nos priva del agua, el otro elemento fundamental de la vida, el que nos quita la sed y nos purifica. Habíamos olvidado el olor de la tierra mojada, de la vegetación húmeda, la música de las gotas al caer sobre los tejados, la neblina en lontananza, el paisaje de color gris...
Pero por fin estás aquí, cayendo con generosidad, regalándonos un día distinto; de recogimiento para unos y de esparcimiento para otros.
Gracias por acordarte de nosotros, gracias por el deleite que das a nuestros sentidos, gracias por tu presencia.