sábado, 20 de diciembre de 2014

TRADICIONES NAVIDEÑAS

   En estos días próximos a la Navidad es típico que los gerentes de las empresas inviten a sus empleados a una suculenta comida o cena donde las tensiones rutinarias desaparecen y durante unas horas el personal se muestra distendido y feliz. Son momentos de charlar, de reír, de comer, de beber y de brindar por lo esperado o por lo conseguido. Jefes y empleados dejan a un lado las normas, las responsabilidades, las preocupaciones y se reconcilian por pasar un buen rato. 
   Tras asistir a la comida de empresa he podido comprobar que para muchos de mis compañeros el aliciente de este evento es el ambiente que surge tras la comilona, es ahí donde empieza la verdadera fiesta y no antes. Una vez finalizado el banquete es típico ir a tomar unas copas y a bailar. Se busca la zona de ambiente, y en un perímetro de dos kilómetros, los pubs y discotecas van tragándose a todo el personal que tiene intención de seguir con la marcha. Gente de diferentes edades entra y sale en una procesión calmada al ritmo de la música ensordecedora, los más parranderos se quedan dentro bailando entretanto toman sin prisa su copa entre vuelta y vuelta, los habladores prefieren la calle donde degustar su bebida mientras conversan con los compañeros y de vez en cuando oyen el jolgorio procedente del interior del local cuando la puerta se abre, ello les recuerda que la fiesta no queda lejos. 
   Hacía mucho tiempo que no pisaba uno de estos locales, pero este año al asistir a la comida de empresa la ocasión lo ha requerido y mis recuerdos se han trasladado a aquellos años adolescentes y de juventud en los que estar en un sitio así me causaba una sensación extraña que una vez más he vuelto a sentir; rodeada de personas que se mueven y saltan al ritmo de las canciones, que te empujan, que te gritan al oído para poder oírles, que te animan, que te incitan a que sucumbas en el ambiente y seas uno más, cuando en realidad estás por simple inercia, porque te dejas llevar y no quieres ser el rarito o diferente del grupo. Después de este sitio viene otro y con él otra copa y después otro y así hasta que las fuerzas aguanten. Lo más difícil de todo es la despedida, el decir que te vas a casa, que estás cansado, porque los resistentes a esta contienda te echan miradas abrasadoras y tú te sientes como una persona tediosa, aburrida y aguafiestas. Una vez que has logrado salir del alboroto te inunda una sensación de calma y de alivio que te permite de nuevo respirar y escapar muy lejos de allí, camino de tu vida, de los lugares que de verdad te gustan y con la gente que te espera en casa.