Cuando yo estudiaba no estaba tan de moda esa foto global de la clase en la que las flemáticas caras de los alumnos quedan dispuestas en tres o cuatro filas y las de los profesores se colocan en la parte superior encabezando el diploma, es decir, lo que siempre habíamos conocido como foto de la orla y que era la que se hacían los estudiantes de universidad cuando llegaban al final de su carrera, pero al día de hoy revisando el armario donde guardo los álbumes de fotos encuentro que tengo al menos tres orlas de cada una de mis hijas, o incluso alguna más, y solo en la trayectoria que va desde infantil hasta la ESO; está la orla correspondiente al final de la etapa de infantil, después la del segundo ciclo de educación primaria, es decir cuarto de lo que antes era EGB y la orla de sexto, ya que este supone el fin de la enseñanza primaria y da paso a la ESO. Tras finalizar los cuatro años reglamentarios lo normal es otra orla que recuerde que se ha conseguido el objetivo, pero antes de iniciar la universidad queda superar dos cursos de bachiller, el fin de esta etapa queda de nuevo plasmado en otra (ya la quinta) y la celebración de la primera de las graduaciones, después deben de venir otras, en función de si el estudiante cursa una diplomatura, una licenciatura, o un doctorado. Al final, en una carrera pueden llegar a acumularse un total de 7 fotos de orla y presentarse hasta cuatro ocasiones de graduación, todas ellas acompañadas de sus correspondientes ceremonias, protocolos y fiestas, un auténtico despliegue de vestimentas, viandas y contratación de locales nocturnos donde acabar la velada.
En definitiva, siempre se ha sabido lo dura que es la vida de estudiante, quiero pensar que el tener tanta orla es para que no se nos olvide el esfuerzo que supone alcanzar los objetivos, y las fiestas de graduación supongo que no vienen mal como escusa para juntarse con los compañeros, aunque creo que este hecho podría hacerse sin más, sin ser enmascarado por toda la parafernalia que lleva este evento.
