Cuando entro a Molina desde Murcia, contemplo la aglomeración de edificios, tejados, azoteas, antenas y chimeneas que forman el contorno de mi pueblo, todo ello distribuido de forma enmarañada entre varias colinas, como se encuentran Jerusalem o Roma, pero es evidente que el aspecto de este dista mucho de parecerse a estas majestuosas ciudades de la antigüedad, aunque a ciencia cierta sabemos que Molina también tiene sus años de historia, sin embargo, por su porte desvencijado se nos da a entender que no se cuidó la apariencia de sencillez, de tradición, de autenticidad a medida que fue creciendo.
La imagen que percibo al mirar en la distancia, son viviendas altas y bajas, sin contraste en los materiales, ni en los colores, ni en la forma, ni en el tiempo, ni siquiera en el espacio. No veo armonía en el paisaje diurno, ni tampoco en la estampa nocturna. Es un pueblo que optó por apartarse del duro e ingrato trabajo de la huerta para acoplarse al próspero negocio industrial, esta alternativa requirió más mano de obra de la que la población autóctona proporcionaba, y los empresarios, para abastecerse de los recursos humanos necesarios, hicieron un llamamiento a las poblaciones y aldeas de la región y provincias colindantes, y como en el cuento del flautista de Hamelin, la gente acudió al dulce son de un trabajo seguro y remunerado.
Para alojar a esta masa de obreros que en pocos meses se desplazaron desde sus comarcas a Molina, se hizo necesario dotar a la población de viviendas; "casas baratas", como después vulgarmente se llamaron, y aún a día de hoy se conocen. Casas que pudieran ser compradas por esta pobre gente que venían con lo puesto, pero que con constancia y esfuerzo podrían finalmente ser los propietarios.
En su construcción se emplearon materiales de bajo coste y sobre básicas estructuras se levantaron en pocos años varios barrios de viviendas unifamiliares sencillas para albergar a esta masa de gente que no paraba de crecer. Las casas de planta baja alternaban con edificios de 4 o mas pisos. Desde el barrio original; El Castillo, se fueron creando nuevas calles, que sin orden ni concierto, ocuparon cerros, cañadas, zonas huerta y por supuesto terrenos de secano. Las construcciones antiguas que estorbaban para la urbanización de la nueva ciudad se demolieron y se colocaron en su puesto otras más acordes con "la modernidad", de esta manera se derribó el Teatro Vicente, la Ermita de la Consolación, el mercado de abastos,... y así hasta el día de hoy.
Este paisaje deslucido es el que observo en la distancia y en la cercanía. Muchos de estos edificios que en su día fueron nuevos y dignos, hoy se encuentran descoloridos, descuidados, sucios, adornados con ropa multicolor tendida en los balcones, persianas rotas y ennegrecidas, toldos desgarrados..., toda esta mole urbanística alterna con las torres de las iglesias dispersas entre la población. El campanario de la iglesia de La Asunción asoma solemne entre este mar de terrazas y cubiertas descoloridas, el de la iglesia del Sagrado Corazón es una desgarbada columna que se levanta como una chimenea más incrustada en la masa de tejas de los barrios altos.
En los últimos años han surgido con auge y se han promocionado aún más las construcciones vanguardistas realizadas con pesadas estructuras de hierro oxidado que se exponen como obras de arte entre las edificaciones de la zona vieja del pueblo, y aquellas "casas baratas" de antaño, ya son casi restos arqueológicos de la época de esplendor, algunas han sido abandonadas, otras, en cambio, se han reformado y adornado con materiales más nobles, lavando su aspecto.
Todo el conjunto forma una estampa desencantada, fea, desarraigada de los orígenes que tuvo esta bonita población en tiempos de antaño y lamentablemente creo que ya no va a ser posible recuperar, a pesar de que ahora se valora mucho más la historia original.
En los últimos años han surgido con auge y se han promocionado aún más las construcciones vanguardistas realizadas con pesadas estructuras de hierro oxidado que se exponen como obras de arte entre las edificaciones de la zona vieja del pueblo, y aquellas "casas baratas" de antaño, ya son casi restos arqueológicos de la época de esplendor, algunas han sido abandonadas, otras, en cambio, se han reformado y adornado con materiales más nobles, lavando su aspecto.
Todo el conjunto forma una estampa desencantada, fea, desarraigada de los orígenes que tuvo esta bonita población en tiempos de antaño y lamentablemente creo que ya no va a ser posible recuperar, a pesar de que ahora se valora mucho más la historia original.